Un mes y 10 días, para ser exacto.

No sé por dónde comenzar a hablar sobre esta artista: su influencia en mí y en el arte que consumo es evidente. Una vez estuve hablando con una amiga y me preguntó qué me parecía tan importante o interesante sobre ella, y le di una respuesta que me dejó pensando (honestamente no sé de dónde salió): “me hizo pensar de manera distinta sobre qué es la música y qué puede ser”. Muy importante la palabra puede ahí, porque creo que hablar sobre lo que la música debe ser es un sinsentido tremendo: la historia, en general, y el arte, en específico, es un mar de inconsistencias y contradicciones que encuentra su rumbo dentro de su propio caos. Focault hablaba un poco sobre esto en La Geneaología de la Moral, y lo reduce a una frase que me parece notable:

El punto del análisis genealógico es demostrar que un sistema de pensamiento dado es el resultado de giros contingentes en la historia, no de la consecuencia de tendencias racionalmente inevitables

Cuando tenía 16 años odiaba el pop. Me parecía repetitivo. No le encontraba el gusto a canciones con una estructura tan estática. Obvio, porque yo tenía que ser superior a los tontos que escuchaban pop, mis gustos tenían que estar refinados, especiales, únicos. “Mira, he escuchado esta banda, no creo que la conozcas, se llama…”. Y aunque le agradezco bastante a esa versión de mi por esos primeros acercamientos e interés por una constante búsqueda de texturas musicales interesantes, era un tremendo gil. No hay mucha vuelta que darle. Era pretencioso, condescendiente. Siempre que hablaba sobre música estaba sentado en un trono de superioridad, y desde mi trono le hablaba a los no iluminados sobre qué tenían que escuchar porque eso era objetivamente lo mejor (porque yo lo decía).

¿Era eso algo de mío? ¿Somos todos así cuando somos adolescentes? No lo sé.

Un día me di por escuchar este álbum, Oil of Every Pearl’s Un-Insides, de esta productora SOPHIE. Ya sabía que me tenía que gustar porque Anthony Fantano había dicho que era bueno en una de sus reseñas en YouTube, así que, con esa idea en mente, lo escuché. Me gustó, pero no mucho. Sin embargo si me preguntaban si era bueno iba a decir que sí, porque no quería darme el esfuerzo de crear una opinión sobre lo que pensaba. Recuerdo que me gustó en específico Infatuation porque sonaba como una balada cantada por un coro de ángeles dentro de un domo de cristal, el cual se derretía lentamente y eventualmente se caería. Es dramática y palpablemente nostálgica. La voz de Cecile Believe es el vehículo que guía esta nostalgia, y es la que le arruya los cristales que yacen en el piso, una vez caídos. Pero también disfruté de la dupla Ponyboy // Faceshopping (que, puedo afirmar en 2021, estaba haciendo lo que recién estamos descubriendo en la actualidad). El ataque sensorial que significan ambas canciones, cada una a su manera, fueron una experiencia única para alguien que había ignorado gran parte de lanzamientos pop.

Pero fuera de eso no entendía mucho el appeal de este álbum. Tenía sonidos particulares y mucha distorsión, pero nada mucho más fuera de eso. Y luego a inicios de 2020 escuché PRODUCT, la compilación que juntaba 8 sencillos que SOPHIE sacó a lo largo de los años. Y luego escuché HARD, mi canción favorita de SOPHIE. Y luego escuché lo que pasaba en el minuto 2:08, y todo encajó. El látex refinado que ella usaba de percusión tenía sentido. Las burbujas digitales que usaba de relleno tenían sentido. Los sintetizadores desafinados y agonizantes que se presentaban como caminos sin salida en sus canciones tenían sentido. En mi mente, una frase:

La subversión de un género

“Pero Diego, sé más específico”

La subversión del pop

Y es que desde un inicio yo creo que esta fue la búsqueda de SOPHIE como artista: la subversión musical, el cuestionamiento del cánon como estilo musical. Que en PRODUCT haya sido el pop no significa que esta subversión se limite al pop. La euforia y sobrecarga de texturas de HARD creo que es un ejemplo super evidente de ello, o la dupla de baladas ELLE y JUST LIKE WE NEVER SAID GOODBYE, diametralmente opuestas en estilo y ejecución (una con cataratas analógicas de sintetizadores y percusión a lo Arca en EP1 de FKA Twigs; la otra con una voz como percursión y dos tímidos sintetizadores atrás) pero hermanas en espíritu, o la mera existencia de la cacofonía digital de L.O.V.E, cuya coda (la cual se repite dos veces) es simultáneamente una parodia y un homenaje a lo más sintético del pop del siglo XXI.

Y hasta la elección de la portada de cada uno de los sencillos era una declaración sobre su tono: un tobogán azul y redondo, circular, con una entrada bien definida pero con una salida angosta y difusa para ELLE; un tobogán amarillo con dos vueltas y con una salida clara para LEMONADE; un bicho con una cara amigable pero con ocho patas y una cola que parece un aguijón en L.O.V.E. Esta compilación era más cohesiva que muchos álbumes del 2015, año en el que salió.

Y encajaba que ella haya colaborado en la creación QT, una crítica a la industria musical hecha personaje. Encajaba que el análisis de una industria y la subsecuente crítica a través de la subversión desembocara en Vroom Vroom, el EP de Charli XCX que la puso en la ruta a ser una de las artistas más interesantes de los 2010s y cuyo acercamiento al pop sea minimalista pero denso, estructuralmente sencillo pero sónicamente rico (sigo pensando que si Taxi hubiera salido oficialmente sería más famosa que Vroom Vroom).

Y encajaba que Oil of Every Pearl’s Un-Insides no me haya parecido la gran cosa cuando lo escuché. Porque no buscaba serlo. En la descripción de YouTube del álbum (está publicado completo en YouTube por la cuenta oficial de SOPHIE) se lee: “Este es un álbum para mí, mis amigos, y todas las dulces personas que me han apoyado e inspirado. Las amo. Hay que celebrar”. No es PRODUCT, es Oil of Every Pearl’s Un-Insides. Es un trabajo personal. Es el trabajo de una persona descubriendo y celebrando su identidad como una mujer trans (véase It’s Okay to Cry). Las notas que le dediqué y dedico a mis amigos no tienen por qué aspirar a ser nada más que eso, y las de SOPHIE tampoco tienen que serlo. Pero las de ella lo son. La deconstrucción de sus emociones en el álbum remix de Oil of Every Pearl’s Un-Insides en canciones hechas para el club, pero que no pierden su única y particular esencia, demuestran que esta chica la tenía clara.

Y siempre la tuvo clara. Desde su primeros demos, los cuales se pueden encontrar en Soundcloud (mis favoritos son Sacred y OOH) hasta el 31 de enero de 2021.

La colaboración con Arca en KicK i, La Chíqui, es tan rica en texturas y producción que, de la misma manera que Xen de Arca estuvo por lo menos 3 años adelantado a su época, esta canción está varios pasos por delante de lo que están haciendo artistas de club deconstruido o hyperpop (como decidió llamarlo la industria y cuya sobrerepetición ya ha vaciado la palabra de cualquier significado).

Su set en HEAV3N SUSPENDED, un fresco estilístico (tanto de su cánon musical como de la propuesta de uno nuevo) con colaboraciones de Cecile Believe y Shygirl fue el mejor EP del 2020. Recuerdo que tuiteé, en octubre del 2020, que era lo mejor que había escuchado ese año. No es lo mejor que escuché, pero sí es el mejor EP. Me arrepiento de haber borrado ese tuit, porque creo que fue bastante sincero. Pero me quedo con el que tuiteé el 30 de enero de 2021:

Y es que la variedad, disciplina, y amor que le SOPHIE le tuvo a la música me deja pensando. Me deja pensando en qué mierda se supone que le deba de seguir a su trabajo como artista, en primer lugar, y como productora, en segundo. Me deja pensando en qué género es el que hacía SOPHIE. ¿Pop? ¿Electrónica? Es irrelevante. No sé si el pop tuvo que haber evolucionado en lo que es ahora: una mezcla amorfa de géneros e influencias, con gente joven haciendo música desde su cuarto con programas pirateados y rompiéndola toda, pero lo es. Pero puede serlo. La música puede ser lo que tú quieras que sea. La estructura, los estándares, las influencias, los géneros, todas estas son herramientas subordinadas a tu esencia, al espíritu de tu creación.

Gracias infinitas, SOPHIE.